Inma Menés

«La terapia Gestalt es la orientación que sustenta mi trabajo y con la que en mayor medida me identifico.»

Inma Menés

Llevo desde 1990 trabajando con personas en procesos de cambio, más de la mitad de mi vida. Una vocación temprana que continúa con la misma fuerza y claridad. Continúa siendo lo que más me interesa y energetiza, lo que más me nutre.

Soy psicóloga, maestraeducadora social y psicoterapeuta. Transité de la intervención social y la educación, en los primeros años, a la psicología y la psicoterapia; en un proceso vital y profesional que siento natural y coherente, que conforma y da sentido a la forma en que ejerzo mi profesión.

La terapia Gestalt es la orientación que sustenta mi trabajo y con la que en mayor medida me identifico, pero desde el interés y la responsabilidad por crecer como terapeuta, por lograr cada vez mayor comprensión y ajuste a las necesidades y peculiaridades de las personas que vienen a mi consulta, he ido acercándome y aprendiendo de distintas corrientes que me han aportado una mayor riqueza: la terapia cognitivo-conductual, las constelaciones familiares, el trabajo corporal, el psicoanálisis relacional… Y así sigo, en una formación continua que considero imprescindible en mi profesión, y que me enriquece profundamente también a nivel personal. En mi aproximación al paciente llevo todo lo aprendido, intentando no encasillar mi intervención en un marco teórico o metodológico estanco. Me siento flexible y versátil en mi práctica clínica, y en mi vida.

A lo largo de mi trayectoria he trabajado con distintos colectivos: infancia, adolescencia, jóvenes, grupos de mujeres, ancianos, personas toxicómanas. Esto me ha ayudado a construir una sensibilidad especial a la hora de abordar problemáticas personales y sociales. Tengo claro que los psicoterapeutas no somos neutrales, nuestra ideología enmarca e impregna nuestra práctica, y necesitamos una reflexión y profundización continua de nuestra visión de la sociedad y del ser humano para que ésta enriquezca nuestro quehacer. En este sentido, entiendo la psicoterapia como una herramienta de cambio social hacia un mundo más justo, menos individualista, donde el arraigo social y el sentimiento de pertenencia y corresponsabilidad son agentes necesarios para la salud individual y colectiva: no somos ni podemos desarrollarnos y crecer sin los otros.

Me siento especialmente sensible a la situación de la infancia y a la necesidad de dotar a padres y educadores de perspectivas y herramientas que posibiliten salvaguardar su bienestar. La perspectiva de género está presente tanto en mi trabajo en la consulta como en la sensibilización a distintos sectores de la población. Y me preocupan las consecuencias de la patologización de muchos procesos naturales que en realidad son consustanciales a la vida –el duelo, el temor, la tristeza…-, y que culturalmente se inhiben y penalizan.