Terapia de grupo

Es un planteamiento de terapia que, recogiendo los principios de la Terapia Gestalt (importancia de la conciencia experiencial, del aquí y ahora, de lo obvio, de la relación…) se realiza en grupo.

La terapia de grupo resulta especialmente útil para trabajar dificultades de relación (aislamiento, problemas de expresión, conflictos de pareja o familiares, poca asertividad,…): pautas repetitivas en el estar con otros que nos limitan. Pero también es útil para todo aquel que quiera abordar lo que le ocurre desde una perspectiva diferente a la individual o complementar ésta.

Con una periodicidad de tres días al mes y una duración de dos horas, entre participantes y terapeutas se va construyendo este espacio donde el respeto, el compromiso y la confidencialidad, proporcionan un marco seguro para experimentar y relacionarse con la mayor claridad posible.

Ingredientes esenciales en el trabajo grupal son la conciencia del propio modo de relacionarse con los otros (cómo me siento, cómo actúo,…) y la exploración activa de nuevas posibilidades (nuevas conductas, creencias, formas de percibir y gestionar el sentir…). Realizamos esto a través de la atención al aquí y ahora de las interacciones, el diálogo abierto y cuidadoso, y los experimentos gestálticos, corporales o artísticos.

Actitudes y valores

En la terapia de grupo se generan una serie de actitudes y valores por sí mismos enriquecedores y sanadores (siguiendo a Irving Yalom):

1. Esperanza.
Cuando vemos que los otros están haciendo su camino y que, por lo tanto, avanzar es posible.

2. Universalidad.
Al darnos cuenta a través de lo que cuentan otros compañeros de que nuestro problema no es el único, ni tan diferente, de que no estoy solo, ni soy raro, ni estoy loco, de que hay otros como yo… el grupo se convierte en un espacio de alivio y de descanso. Todos vamos en el mismo barco compartiendo viaje.

3. Altruismo.
Es darme cuenta de que soy escuchado, respetado, apoyado, acogido y que puedo escuchar, respetar, apoyar, acoger… Vivenciar que somos importantes para los demás nos lleva a contactar con nuestra parte más generosa.

4. Aprendizaje interpersonal.
El trabajo en grupo nos permite explorar de forma práctica nuevos modos de ser y estar con los otros, y desarrollar habilidades para comunicarnos de otras maneras más ricas para cada uno (sea más conscientes, asertivas, respetuosas, honestas, íntimas, etc.)

5. La conducta imitativa.
Los compañeros nos ofrecen espejos múltiples donde reconocernos y diferenciarnos, proyectarnos, imitar otras maneras de estar, comunicar, expresar…. En el grupo la otra persona se convierte en alguien que me moviliza con su presencia: alguien distinto y a la vez semejante.

6. La expresión emocional.
Un espacio protegido donde poder expresar las emociones: aquellas que me resultan fáciles y también aquellas más escondidas o censuradas. Todas tienen un sitio: afecto, dolor, enfado, alegría, vergüenza, miedo, entusiasmo… Y todas aparecerán de una u otra manera en unos o en otros. El grupo actúa como estímulo, como amplificador de la vivencia y a la vez como sostén afectivo.

7. Cohesión de grupo.
El grupo está compuesto por personas diferentes con un interés general común: explorar, aprender y crecer ante la dificultad. Eso crea un clima afectivo que anima y sostiene el trabajo. La cohesión es la que nos ayuda a confiar y a arriesgarnos en lo nuevo.

8. El grupo como microcosmos social.
El grupo sirve de reflejo para el comportamiento interpersonal de sus participantes fuera de él. Las dificultades, las preferencias, los estilos o las limitaciones de relación pueden observarse y trabajarse en directo, sin juicio y con un ánimo de comprensión y respeto.

“El grupo está compuesto por personas con un interés común: crecer ante la dificultad.”